sábado, 4 de agosto de 2018

SOLTANDO NUESTRAS CARGAS

Hace años, pasé por una situacion difícil. Un 1 de mayo, estábamos con la familia en un restaurante celebrando un cumpleaños, cuando me entró una inquietud, pero no le dí importancia. Cuando salí de ahí a buscar mi carro, ya no estaba, me lo habían robado. Si te roban un carro, no crees que te vuelvan a robar otro; por lo menos yo así lo creía. Sin embargo dos días antes de navidad, siete meses después, me vuelven a robar el carro. Lo dejé estacionado fuera de la iglesia y al salir, se había esfumado. Esto trajo como consecuencia, tener que andar en camiones o transporte público, y está situación empezó a enfermar mi corazón porque me daba vergüenza que las personas conocidas me vieran ahí.  Parecía que se hacía adrede, porque cuando les hacía la parada,  se iban de paso y tenía que correr para alcanzarlos, algunas veces con bolsas de supermercado. La amargura empezó a carcomer mi corazón. En ese estado Dios empezó a tratar conmigo. En ese tiempo una amiga tuvo un derrame cerebral y quedó paraplejica y esto me hizo reflexionar sobre lo afortunada que era; podía caminar, hablar, correr. Podía atender a mis hijos y a mi esposo; y mi amiga no podía hacer todas esas cosas que miramos intracendentes, pero que no lo son. 

La perspectiva sobre mi situación empezó a cambiar; y empecé a darle gracias a Dios por todo, empecé a valorar las pequeñas cosas y mi corazón empezó a sanar y la amargura se fue. Cuando ya estaba sana, mi esposo me dijo que fuera a escoger un carro, porque me lo iba a comprar. Que gran lección aprendí, ya que solo hasta que tuve mi corazón sano, Dios me dio un carro. Quizás puedas pensar que el no tener un carro, no debería ser motivo de tener amargura; pero quise poner este ejemplo, para que reflexionemos en las cosas, situaciones o personas, que nos quitan la paz y nos enferman el corazón, y en algunas ocasiones no son tan importantes, otras veces si.

El cuadro que está al principio nos enseña mucho sobre esto. Van dos hombres en un autobús o camión y uno decide sentarse en su viaje, mirando el panorama más seco, gris, sin nada que se pueda apreciar ni disfrutar. Pero el otro pasajero decide disfrutar su viaje y se sienta cerca de una ventana donde está un paisaje hermoso. ¡Mismo viaje, diferente perspectiva! Podemos mirar el lenguaje corporal de uno y de otro. Uno triste, desalentado y sin esperanza; mientras que el otro pasajero trae una sonrisa de satisfacción y esperanza. Esta vida es un viaje, vamos de pasada por este mundo y va depender en mucho de la actitud con la cual recorremos nuestra travesía; la calidad de trato que le daremos a nuestro cónyuge y a nuestra familia, o a las personas con las cuales laboramos o que tenemos un trato continuo; y esto traerá como resultado como será  nuestra vejez. Por lo general, muchas personas al llegar a esta etapamiran hacia atrás y se dan cuenta de que no disfrutaron la vida, hay arrepentimientos al no aprovechar oportunidades laborales, profesionales y de crecimiento espiritual . Por no cultivar amistades, por no decir  a su familia que los amaba, y no haberles dedicado tiempo. Y lo principal, no haber cultivado una relación con nuestro Creador.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque esto determina el rumbo de tu vida. 

Cuando hacemos limpieza en el closet, encontramos cosas que creíamos perdidas o que ya no recordábamos tenerlas. Así me pasa siempre.

 De la misma manera sucede con nuestro corazón, en el cual guardamos, recuerdos, situaciones, personas.  Recuerdos buenos y también recuerdos malos, situaciones felices, pero también dolorosas, personas que amamos y personas que nos han hecho daño, o que nos son antipaticas. Por momentos en nuestra vida, no nos vamos acordar que tenemos, cosas, situaciones o personas guardadas, y si son recuerdos malos, empezarán a dar fruto y fruto malo; y cuando seamos confrontados por situaciones semejantes o miremos a esa persona que nos hizo daño; reaccionaremos mal y es probable que hagamos o digamos cosas que no están bien. 

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón  saca lo malo; porque  de la abundancia del corazón habla la boca. Lucas 6:45.

Amelia  sufre crisis depresivas constantemente. Sin embargo, ni su misma familia sabe la razón  de este trastorno. Un día estas crisis se intensificaron y llamaron a un pastor para orar por ella. Amelia confiesa el porqué de sus crisis. Su papá había abusado físicamente de ella de niña; la golpeaba rudamente y al crecer su hermano también la golpeaba y nadie la defendía. Ella albergó mucho odio para los dos, y en su casa no tenia fotografías de ellos, pero sí las tenía guardadas debajo de su colchón; cuando veía estas fotos caía en crisis, o cuando miraba a su hermano, porque su papá estaba muerto. A pesar de hablarle del amor de Dios y su necesidad de perdonar, limpiar su corazón y dejar atrás el pasado, nunca lo pudo hacer y su vida es muy triste.

 No podemos ni debemos darle habitaciones en el corazón  a recuerdos dolorosas, amarguras, odios, personas que nos han dañado, maldad, perversiones. Porque ellos tomarán el control de nuestra voluntad y determinarán el rumbo que tome nuestra vida. Y no será bueno, ni para nosotros ni para nuestra familia. 

Ya en otras ocasiones e hablado de este caso narrado en la Biblia sobre la mujer encorvada; porque ejemplifica a todas las personas que hemos traíamos un bulto sobre nuestros hombros, de todas las cosas que guardamos en el transcurso de nuestra vida. Jesús se encontraba en una sinagoga, enseñando: 

Y había ahí  una mujer que desde hacía dieciocho años tenia espíritu de enfermedad,  y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Lucas 13:10-11. 

Esta mujer se había acostumbrado a estar así; asistía a un "templo" pero no había podido entender que necesitaba ser libre de todas esas cargas que traía sobre ella. Lo bueno para esta mujer es que se encontraba en el mismo lugar, donde estaba Jesús. 

Cuando Jesús la vio, la llamó  y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego y glorificaba a Dios. (12).  

Esto no quiere decir que solo en un templo está Jesús; él está en todo lugar, sin embargo en ese momento se encontraba en el mismo lugar que ella. Jesús la miró, la llamó, y le dijo que era libre de su enfermedad. La mujer fue sanada, se enderezó y glorifica a Dios. Muchos de nosotros somos o hemos sido como esta mujer, con tantas cargas del pasado que nos han encorvado y nos impiden mirar hacia adelante libres, sanos,  con deseos de vivir, y siendo felices a pesar de circunstancias a veces negativas. Pero todo cambia cuando nos encontramos en el mismo lugar en el cual está Jesús, él siempre va a mirar nuestra  necesidad y va a tener compasión y misericordia de nosotros. Otra forma de que Jesús este en el mismo lugar en el cual nos encontramos, es cuando reconocemos nuestra necesidad de sanidad y libertad y oramos a Dios con sinceridad y con fe, pidiéndole ser sanos y libres. Otra clave de este encuentro con Jesús fue que él la llamó para que esta mujer se acercará  y así poner sus manos sobre ella. 

<<Cuando oigan hoy su voz no endurezcan el corazón >> Hebreos4:7. 

Si está mujer no hubiera atendido el llamado de nuestro Señor, no hubiera sanado. Tenemos que recordar que Dios hace su parte y nosotros tenemos y debemos  hacer la nuestra. 

Jesús y sus discípulos llegaron a una ciudad llamada Jericó y una gran multitud le seguía. Había  en el camino un mendigo ciego, que estaba sentado esperando a las personas que pasaban para pedirles limosna. 

Cuando Bartimeo oyó que Jesús  estaba cerca, comenzó a gritar <<¡Jesús,  Hijo de David, ten compasión de mí >>Marcos 10:47. Muchos le gritaban que se callara, pero él gritaba aún más fuerte a Jesús. Cuando Jesús lo oyó,  se detuvo y dijo: <<Diganle que se acerque>> Así  que llamaron al ciego. <<Anímate -le dijeron-.¡ Vamos, él te llama>> Marcos 10:49

En este relato miramos a un hombre sin esperanza, ciego y mendigo. Lo que cambia la vida de Bartimeo, es que escucha que Jesús va pasando cerca de él y decide aprovechar, quizás la única esperanza que tendría en su vida, y sabía que tenía que gritarle fuertemente para que Jesús lo escuchara porque había una multitud y a pesar de que las gentes lo callaban, él siguió gritando hasta ser oído. Y Jesús lo llamó, al igual que la mujer encorvada;  y los dos se acercaron a Jesús el Hijo del Dios viviente, él que tiene no sólo el poder, sino el amor y la misericordia por nosotros, para sanarnos,  hacernos libres, darnos paz y deseos de vivir una vida plena, centrada en él y en su palabra.  Decido acercarme a él para que sea el Señor de mi vida, llene  los vacíos  del corazón,  en algunos casos nos devuelva la dignidad y nos dé una  una nueva oportunidad.

Bartimeo echó  a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús. Marcos10:50.

Hay que mirar este detalle, en el cual Bartimeo tiró su abrigo porque le estorbaba  para acercarse a Jesús. Tenemos que entender que debemos deshacernos del peso de pecado y de cargas acumuladas en el trancurso de nuestra vida, para acercarnos a Jesús y que él pueda hacer el proceso de sanidad y libertad. El estaba ciego y podía  caerse con su abrigo al tener un acercamiento con Jesús. 

¿Que quieres que haga por ti?-preguntó Jesús. -Maestro-dijo el hombre ciego -, ¡quiero ver! Y Jesús le dijo:-Puedes irte, pues tu fe te ha sanado. Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.Marcos10:51-52

Nuestros errores, pecados, marcos de referencia, herencias generacionales que se van transmitiendo de generación en generación, y un clima general de pensamiento alejado del patrón bíblico, donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo bueno, hace que la mayoría de las personas esté ciega espiritualmente.

Satanás,  quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia, no entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios. 2Corintios 4:4-5. 

La buena noticia que Jesús nos trajo, es de perdón, vida abundante,  paz, libertad, salvacion, sanidad del alma, de la mente y del cuerpo.  Jesús nos devuelve la dignidad; ahora somos sus hijos y él es nuestro Padre. Nos abre nuestros ojos para que podamos mirar su luz que nos guía a tomar buenas decisiones,  porque  lo vamos siguiendo a él.  Bartimeo siguió a Jesús por el camino. Ya no iba a tropezar o caerse; y si por algún descuido sucediera esto, ahí estaba Jesús para levantarlo. Ahora podía mirar todo lo hermoso de la creación de Dios, ya no estaba ciego ni enredado en un abrigo pesado; ahora estaba sano, libre. 

Ciertamente olvido el pasado y fijo mi mirada en lo que tengo por delante y así avanzo hasta  al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio Cristo Jesús . Filipenses 3:13-14.

Antes de tomar decisiones que tendrán consecuencias dolorosas; o de seguir viviendo vidas vacías y sin esperanza. Antes que la muerte nos sorprenda  rechazando a Jesús y el camino que estamos recorriendo no sea camino de vida eterna sino de muerte espiritual. Dale la oportunidad a nuestro Señor de entrar a tu corazón y tomar  el control de tu vida, no dejes que Jesús se vaya de paso, háblame, gritale ¡ Jesús, no te vayas, entra a mi casa, entra a mi corazón! Es la mejor decisión que como seres humanos debemos tomar, ¡Es una decisión eterna! 





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